jueves, 20 de junio de 2019

Las bondades de decir "vamos".

Fitz Roy, Lago Los Tres. Argentina 2018.

Cuando perdemos noción del tiempo, cuando los ojos prolongan los momentos; el pasado se contiene y el futuro se detiene antes de llegar.

Cuando se rompen los pasajes, en la inmensidad de cada paisaje; ya no es necesario partir.

Cuando la aventura cicatriza en el pasaporte, no hay vuelta atrás. Me vuelvo parte de esta escena sempiterna.

miércoles, 19 de junio de 2019

El arte de cambiar nuestro día

Copacabana 5:45 am

Cambiar la atmósfera del día con actos propios, es tan delicado y potente como pintar un cuadro o escribir un libro. Es aprender a elevarse en el presente mismo, cambiando rutas y momentos, adelantando el día. La rutina nos hace eficientes, sin embargo, el estar presente y probar nuevas cosas, nos hace bellos ante nuestros ojos. El arte de cambiar nuestro día con pequeños detalles que aflojan la rutina eleva aquel espíritu que tiende inexorablemente a alienarse en estructuras ajenas. Es una forma de ser libres y tomar le mundo como viene.  

sábado, 8 de junio de 2019

El camino es siempre mejor que la posada




Ortega y Gasset solía atribuirle a Cervantes la frase de “el camino es siempre mejor que la posada”; y esta foto en cuestión representa un poco ello. No es mi idea caer en la literalidad de la expresión con la misma, mas lo que estuvo detrás de esa foto (a parte de mis ojos apreciando su belleza) sí permite entender que entre las dos únicas certezas que tenemos en la vida, esto es que nacemos y morimos, depende de nosotros entender, transformar y disfrutar este interludio que hay entre nacer y morir, y que llamamos vida.

Cada acto, por insignificante que parezca, constituye en sí un camino o proceso que lleva a un resultado o que nos dirige a una dirección. Cada acto puede ser un interludio, a veces incluso más trascendente que su final.

Y ese acto, o gesto vital, puede ser o un gesto de dominio, o un gesto de servidumbre. Ortega lo explicaba incluso con más astucia cuando decía que el gesto servil lo es porque el ser no gravita sobre sí mismo, no está seguro de su propio valer y en todo instante vive comparándose con otros. Necesita de ellos en una u otra forma; necesita de su aprobación para tranquilizarle, cuando no de su benevolencia y su perdón. Por eso el gesto lleva siempre una referencia al prójimo. Servir es llenar nuestra vida de actos que tienen valor sólo porque otro ser los aprueba o aprovecha. Tienen sentido mirados desde la vida de este otro ser, no desde la vida nuestra. Y esta es, en principio, la servidumbre: vivir desde otro, no 'desde sí mismo.

Por otra parte, el estilo de dominio no implica una ganancia per se del objetivo pretendido, o un resultado aplaudible; sino que es el resultado de ejercerse en el momento, en el trayecto, en el acto. Se conforma así mismo, y no requiere más de sí. Es aprender a vivir, cada acto y proceso, desde sí mismo; y la nueva forma de existencia que el destino le propone -servidumbre- le es inconcebible, le sabe a negación del vivir mismo; por lo tanto, es la muerte.

Esta foto la tomé en la carretera, camino a una reunión, pero el camino ya era un acto en sí, que no se desconcentra con el objetivo o la conciencia del deber. La disfruté.