miércoles, 15 de julio de 2020
¡Ay! Carmen:
Ya van 12 años que parecen 12 días. En ninguno de ellos has dejado de ser parte de mi día; y es extraño como se dan las cosas, y como la presencia puede tomar nuevas formas.
Nunca he sido muy fanático de las flores, o bien, desde antes del 9 de julio del 2008, no era algo que me llamar la atención (llámalo como quieras, pudor patriarcal, prejuicios pendejos en la valoración de las cosas lindas, en fin…). Pero si hay algo, en la actualidad, a lo que puedo asociar tu insobornable presencia en mis días, es a las flores.
Cuando trabajabas en La Calera, La Ligua y Petorca no había semana que la casa no se renovara con flores; a veces parecía vivero; y no era algo que, en esa época, me llamara la atención, porque siempre estaban, porque siempre estabas… pero sí recuerdo que la presencia de esas flores eran santo y seña de tu llegada y presencia. Cuando había flores, era porque estabas en casa.
Por eso las compro y por eso me gustan ahora, porque cuando llego a mi casa, las veo y siento que ya llegaste. Y es extraño como tu inalterable presencia toma nuevas formas.
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