“¡Arriba las manos, esto es un concierto!”
“Sound of noise” es una de las maravillas nórdicas (sueco-danés) del año
2010; imputable a los directores Ola
Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson. Este film, a mi parecer, constituye el
desarrollo (en formas más altas y complejas) de un cortometraje del año 2001
llamado “Music For One Apartment And Six Drummers”, elaborado por estos mismos
directores y protagonizado por los mismos bateristas.
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102 minutos de talento en la
percusión de lo cotidiano. Si disfruta del estilo rítmico del grupo británico
“Stomp” y, de la idea de obtener música desde lo ordinario; esta,
definitivamente, es una película que debe ver.
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Sin embargo, no se trata solo de
un largometraje de demostración de talento musical; sino también, éste erige
una exposición de “la música” como un lenguaje que advierte distintos idiomas.
Muestra, a su vez, cómo las distintas jergas musicales pueden vivir ocultas,
durante siglos, en el ruidoso silencio de la cotidianeidad; hasta que alguien
logra sacarla a la luz en el intento de hacerlo notar. Y, por último, el film
gira la cámara, y representa las reacciones de la sociedad en la sabida fórmula
de “incomprensión del medio” que termina convirtiéndose, por regla general, en
la “incomprensión del miedo”.
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Una de las ideas más geniales que
despierta esta obra pivota en esa sensación que se transmite al estar frente a
un grupo de terroristas (que asumen su posición de tales) en una sociedad del
miedo (que los asume en dicha posición); y demostrar (al final) que no es más
que un grupo de percusionistas que hablan y entienden una jerga incomprensible
para el miedo/medio (en todas sus acepciones). La analogía que hace la película
con “Amadeus” es simplemente reveladora de esto; el mejor compositor de la
historia, que durante toda su vida habló un dialecto que sólo se entendió, con
propiedad, después de su muerte.
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La famosa frase del juez Marshall,
en los Estados Unidos del S. XVIII y XIX, a propósito de la libertad de
expresión en el arte, del pluralismo como progreso social y recordadas en el
célebre caso de Larry Flynt; se puede extrapolar sin problemas a esta película;
y es que la historia bien demuestra que “la vulgaridad (o
terrorismo) de un hombre es la lírica de otro”.