“El informe de la minoría” de Philiph K. Dick
Constituye una obra propia del género de ciencia-ficción o literatura por anticipación, estilo que nace, sin perjuicio de manifestaciones anteriores, en los albores del siglo XX bajo la cuña del escritor y fundador de las primeras revistas de ciencia-ficción Hugo Gernsback quien en 1929 utilizó por primera vez la expresión de “scientific fiction” en la revista Science Wonder Stories, quedando desde entonces establecido como tal, la cual, a su vez, puede entender, amén de su posterior desarrollo y extensión, diversos ámbitos, como literatura fantástico-técnica.
Este género tiene su mayor auge a mediados del siglo XX, cuya etapa decisiva de desarrollo —en palabras de Kagarlitski— se advierte durante la guerra contra el fascismo culminando en un proceso de transformación y amplitud con la explosión de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, irrumpiendo en este estilo, eminentemente científico, los problemas cruciales de la sociedad (plasmados en otro estilo literario, el social, cuyo auge tuvo lugar décadas antes) subordinándola y transformándola artísticamente, mediante una fusión de estos estilos los cuales pretenden, ahora, mostrar cómo el avance de la tecnología incide directamente en los procesos sociales e históricos del hombre.
Iniciado este auge el término ciencia-ficción resulta insuficiente para abarcar la amplia gama de situaciones y plexos del mismo, generándose el sub-género del “Cyberpunk” que denota una mezcla entre una desarrollada y avanza tecnología y un paupérrimo nivel de vida —Lawrence Person explica los personajes clásicos del Cyberpunk importaban sujetos solitarios, alienados que vivían en el borde de la sociedad en general, los futuros “distópicos” (entendidos como sujetos que vivían en un estado contrario al ideal planteado en las utopías) que colisionan con la vida diaria caracterizada por el rápido cambio tecnológico, una esfera computacional ubicua de datos informatizados, y la modificación invasiva del cuerpo humano—. Es justamente en este género en el que la novela corta de Philip K. Dick titulada “minority report” se encuentra.
Cabe destacar que la impronta del autor, desconocido hasta su muerte, no se circunscribe únicamente a la película en cuestión, sino que su vasta obra abarca un sinnúmero de clásicos de la ciencia ficción llevados al cine. Entre tantos cabe destacar Blade Runner (Ridley Scott, 1982) basado en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de 1968; Total Recall (Paul Verhoeven, 1990) basado en su relato Podemos recordarlo por usted al por mayor de 1966; Infiltrado (2004) (Gary Fleder, 2002) basado en su relato Impostor de 1953. Así también, es posible identificar su influencia en largometrajes como: Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997); El show de Truman (Peter Weir, 1998) y The Matrix (Hermanos Wachowski, 1999).
Escrita en 1957 Philip K. Dick, la novela relata la historia de John Anderton, un viejo comisario, a puertas de un inminente retiro, encargado de administrar la agencia policial avocada a la predicción y prevención de homicidios en la ciudad de New York y aplicar las correspondientes detenciones —Los sujetos son declarados asesinos potenciales y por tal motivo pierden su derecho a la libertad y a todos sus privilegios— y de Ed Witwer su perentorio sucesor.
Escrita en 1957 Philip K. Dick, la novela relata la historia de John Anderton, un viejo comisario, a puertas de un inminente retiro, encargado de administrar la agencia policial avocada a la predicción y prevención de homicidios en la ciudad de New York y aplicar las correspondientes detenciones —Los sujetos son declarados asesinos potenciales y por tal motivo pierden su derecho a la libertad y a todos sus privilegios— y de Ed Witwer su perentorio sucesor.
La agencia que administraba Anderton funcionaba, por una lado, en base a la utilización de tres mutantes deformes, llamados precogniscientes o precogs, capaces de predecir delitos futuros, y en especial homicidios; y por otra, en un complejo sistema computacional de interpretación de las visiones de dichos sujetos.
La trama emprende su curso en el momento que los precogs predicen que Anderton cometerá un homicidio contra Leopold Kaplan; un general retirado del ejército, perteneciente a una organización secreta de "generales retirados" cuyo poder e influencias abarcaban amplios sectores de la vida institucional.
Ante dicha sentencia, dictada por los dotados sujetos, Anderton presume un complot en su contra a fin de retirarlo antes de tiempo. ante esto opta por escapar y queda en una encrucijada moral, en orden a cometer, o intentar cometer, el homicidio en contra del vetusto soldado, y aceptar el castigo correspondiente a su acto, o posible acto, o escapar y poner en tela la veracidad y precisión de todo el sistema del pre crimen.
Empecinado en descubrir la verdad, se percata de un hecho desconocido para él hasta ese momento: la existencia de “reportes minoritarios”; los cuales se fundaban en la existencia de desacuerdos entre los mutantes en la predicción de los delitos. Dicho reporte anunciaba el desistimiento del coronel de ejecutar la acción, ante el hecho de haber tomado conocimiento previo del anuncio delictivo, lo cual evidenciaba su inocencia al respecto, pero arrojaba una insoslayable duda en cuanto al fundamento del castigo de los potenciales asesinos —En uno de los diálogos más apasionantes del texto el protagonista afirma, ante la posibilidad de aceptar que el informe mayoritario es errado, que “si el sistema ha de sobrevivir encerrando a gente inocente, entonces merece ser destruido”—, toda vez, que sabiendo ellos de su futura conducta habrían podido obrar de modo distinto.
Dicho fundamento se evidencia en forma clara en ciertas partes del dialogo, en especial en la que a continuación reproducimos:
“— Le supongo conocedor de la teoría del Precrimen…
— Conozco la información que es pública —repuso Witwer—. Con la ayuda de sus mutantes premonitores, usted ha abolido con éxito el sistema punitivo post-criminal de cárceles y multas. Y como todos sabemos, el castigo nunca fue disuasorio, ni pudo proporcionar mucho consuelo a cualquier víctima ya muerta…
— Tendrá usted ya una idea de la disminución del porcentaje de criminalidad con la metodología del Precrimen. Lo tomamos de individuos que aún no han vulnerado la Ley.
—Pero que seguramente lo habrían hecho—repuso Witwer convencido.
—Felizmente no lo hicieron… porque les detuvimos antes de que pudieran cometer cualquier acto de violencia. Así, la comisión del crimen por sí mismo es absolutamente una cuestión metafísica. Nosotros afirmamos que son culpables. Y ellos, a su vez, afirman constantemente que son inocentes. Y en cierto sentido, son inocentes… En nuestra sociedad no tenemos grandes crímenes, pero tenemos todo un campo de detención lleno de criminales en potencia, criminales que lo serían efectivamente.”
—Felizmente no lo hicieron… porque les detuvimos antes de que pudieran cometer cualquier acto de violencia. Así, la comisión del crimen por sí mismo es absolutamente una cuestión metafísica. Nosotros afirmamos que son culpables. Y ellos, a su vez, afirman constantemente que son inocentes. Y en cierto sentido, son inocentes… En nuestra sociedad no tenemos grandes crímenes, pero tenemos todo un campo de detención lleno de criminales en potencia, criminales que lo serían efectivamente.”
En el devenir de la historia Anderton se percata que el complot es llevado por Kaplan quien pretende deslegitimar el sistema Precrimen mediante esta falla y concluir que se trata, en definitiva, de un falso sistema penal basado en una falsa premisa, corrompida, absurda y desacreditada, en sus palabras: “una vasta e impersonal maquinaria de destrucción que conduce a hombres y mujeres hacia la condenación”.
Sin embargo, el protagonista, después de haberse percatado de estas intenciones, pretende demostrar la fiabilidad del sistema asesinándolo (materializando la predicción realizada por los precogs). De este modo Anderton deja de manifiesto la inexistencia del libre albedrío y la incapacidad de autodeterminarse en su conducta —Evidenciando que hubo en este caso 3 reportes minoritarios. El primero que predijo el asesinato de Kaplan en manos de Anderton, el segundo fundado en el hecho de que Anderton al tomar conocimiento de dicha premonición se abstiene de cometer el delito, y el tercero que predijo, en base a las dos visiones anteriores y ante el evento del descubrimiento de las intenciones de Kaplan, el asesinato de este último. Falla que en rigor sólo podría suscitarse respecto de quien asuma el cargo de policía responsable del conocimiento previo de dichos delitos—. Situación diversa, por cierto, a la que acontece en el film, el cual, si bien pivota sobre la misma idea de libertad y autodeterminación, concluye con la abdicación del protagonista del film (Tom Cruise) a cometer el hecho anunciado.
“Sentencia previa” de Steven Spielberg
Proyectado por primera vez en el 2002 Steven Spielberg nos muestra un thriller de acción, el cual se desenvuelve en la ciudad de Washington DC en el año 2054.
En dicha época la policía utiliza una tecnología psíquica para detener y condenar a los asesinos antes de que cometan su crimen. Estos “culpables” son detenidos por la unidad de élite Precrime, antes de que lleven a cabo su delito, fundando las pruebas del caso en las visiones de los precogs, ilustrados como tres seres psíquicos, físicamente normales, las cuales no dan lugar a margen de error.
Si bien la historia transcurre sobre la idea del libre albedrío, al igual que el relato de Philip Dick, las conclusiones son diametralmente opuestas, en orden a que, como señalamos anteriormente, tanto John Anderton (Tom Cruise) como Lamar Burguess (Max Von Sydow) rompen, respectivamente, el esquema premonitorio, de estos seres dotados, dejando latente la idea de que, a pesar, de existir una tecnología lo suficientemente fiable para prever dichos asesinatos, el comportamiento humano resulta siempre impredecible en virtud de la intrínseca capacidad de autodeterminación que lo distingue. Evidenciando, implícitamente, que conocer el futuro, importa la configuración inmediata de un nuevo acontecer en orden a evitar o modificar el acaso en cuestión. En otras palabras, al momento de conocer lo que sobrevendrá en el futuro, dicha premonición desaparecería, creando un nuevo futuro, distinto al anterior, por lo que habiendo, incluso una tecnología supuestamente infalible que pueda predecirlo, no podría determinarlo una vez conocido el hecho.
Se trata de una película imperdible. Una de las obras más rescatables de Spielberg ciertamente, y que se presta para muchos análisis desde el punto de vista punitivo.